martes, 20 de diciembre de 2011

NAVIDAD EN EL MAR


Sentado en estas rocas, mar, te escucho.
No entiendo tus palabras pero adivino a ciegas
que algo quieres decirme mas no puedes llevarme
adonde yo quisiera, ¡oh inmensidad sin centro!
No te entiendo, madre-muerte, madre-amante, madre-amor,
¿O eres tú la que no entiende mi modo humano de hablar?
¿Hasta cuando tengo que seguir esperando
mi retorno a tu origen, madre natal?.
GABRIEL CELAYA

domingo, 30 de octubre de 2011

SIEMPRE HABRÁ.....

....NUNCA FALTARÁN,
FLORES EN LA MAR.

jueves, 13 de octubre de 2011

CUENTO DE LA OLA


















-Erase una vez una ola que se lo pasaba muy bien saltando por la mar y disfrutando del viento y del aire libre, hasta que ve que las demás olas que tiene por delante se estrellan y se rompen contra las rocas.
-"Dios mio, esto es terrible-dice la ola-. ¡Mira lo que me va a pasar!"
- Entonces llega otra ola. Ve la primera ola, que parece afligida, y le dice: "¿Por qué estás tan triste?"
- La primera ola dice: "¿Es que no lo entiendes?" ¡Todas vamos a rompernos! ¡Todas las olas vamos a deshacernos! ¿No es terrible?
-"La segunda ola dice: "No, eres tú la que no lo entiende.
-Tú no eres una ola; formas parte del mar"

domingo, 7 de agosto de 2011

EL HOMBRE DE LOS BARCOS















En el paseo marítimo de la bonita villa asturiana de Ribadesella, formando parte del paisaje nos encontramos a este cántabro de nacimiento y riosellano de adopción. Se llama Enrique Garrote pero todo el mundo le conoce como "el hombre de los barcos".

Quizás inspirándose en los veleros que cada día cruzan la ría se gana la vida construyendo barcos dentro de botellas y bombillas. Asegura que no es facil vivir del arte pero que ganarse la vida haciendo lo que uno quiere no tiene precio.

Si algún día pasáis por Ribadesella no dejéis de hacerle una visita, su conversación es agradable y nunca tiene prisa.

martes, 12 de julio de 2011

Mis palabras en Isla



Un año más, y ya van cuatro. Nos hemos vuelto a reunir para recordar y homenajear a nuestros desaparecidos y fallecidos en la mar. Y digo nuestros, que aunque como muchos de vosotros sabéis yo personalmente no he padecido la falta de ningún familiar en la mar, siento todas y cada una de vuestras pérdidas, como mías.

¡Cuantos recuerdos tenemos ya en común! Jamás se podrán borrar de mi memoria muchos de los momentos que hemos compartido y nunca os podré agradecer lo bastante las muestras de cariño que nos habéis ofrecido, a mi familia y a mi, durante todo este tiempo.

Los recuerdos de aquellos primeros días que compartimos en Muros y en Finisterre, acuden a mi memoria como si vívidas imágenes fuesen.

Los reencuentros de algunos de los supervivientes a las puertas del Faro de Finisterre; Las irrefrenables lágrimas de Rosa Velasco en el acto, ya dentro del faro. Acto en el que como bien recordareis, yo no pude articular ni palabra, sobrepasado por la emoción; Los abrazos sobre las peñas del cabo; aquel reflejo del sol en la mar sobre las inhabituales plácidas aguas de aquél día, que parecían haberse calmado tan solo para mostrarnos el camino que nos unía a la memoria de los nuestros; El solitario recitar de Mari Carmen , al lado de la cruz y de las flores, de aquella poesía que esperó 44 años para leérsela a sus padres…

“ Se que el mar es inmenso todavía

Y se más cosas.

Pero el corazón se me ahoga

en el pozo del recuerdo

porque ella era mi guía

y el mi capitán…”

El ramo que me entregasteis… ya en Muros, y la pequeña botella que me dio Enrique con un ignoto mensaje en su interior y que al día siguiente, desde mi barco, arrojé sobre las aguas en el punto exacto donde reposa el pecio del “Bonifaz”. Aquella salve marinera cantada al pie de la escultura de la “Vieja del Paseo de Muros”, madre que espera impertérrita por todos los que nunca llegarán y madre también desde aquel día de todos los fallecidos en el Bonifaz.

Y al final de aquella jornada, ya de por si cargada de fuertes emociones, al llegar a mi casa y vaciar mis bolsillos, me encontré unos folios con un escrito que Javier Rotaeche me había dado, diciéndome que su intención había sido leerlos en algún momento de los distintos actos, pero que no pudo hacerlo atenazado por la emoción... Me senté al borde de mi cama y leyendo aquellas palabras, lloré. Y no eran lágrimas ni de conmiseración ni de pena. Era que sentía, que comprendía que habíamos hecho algo bueno, que habíamos dado paz a muchas almas y descanso a muchos corazones.

Y ya termino.

Aquel primer y mágico año en Muros donde tantas y tan intensas emociones vivimos y donde tantas lágrimas se derramaron, nunca habría sido posible sin la decisión, la tenacidad y la fuerza de todos vosotros, pero muy en especial de nuestra valiente y muy querida SITA. A la que todos debemos que reuniese a esta gran familia y que hoy nos hemos sentado juntos de nuevo a comer alrededor de esta mesa.

Creo que este es un buen momento para demostrarle nuestro cariño y nuestra gratitud con un fuerte aplauso.

miércoles, 6 de julio de 2011

HOMENAJE A LOS NÁUFRAGOS DEL MAR



Un año más, nuestra Asociación homenajeo a los náufragos de la mar. Este año fue en Isla, un bello pueblo marinero perteneciente al municipio de Arnuero ( Cantabria ) de donde era natural y donde descansan los restos de Luis García Lusares, fallecido en el naufragio del Bonifaz.

Después del funeral celebrado en la iglesia parroquial por todas las victimas del mar y en especial por los once vecinos que el pueblo de Isla aporta a la larga lista de victimas y desaparecidos en la mar, se realizó una ofrenda floral cargada de emotividad con el lanzamiento de flores y una corona desde un barco pesquero que hizo sonar su sirena al tiempo que el Coro Vedruna de Isla entonaba La Salve Marinera.


Un año más nos sentimos arropados y acompañados de familiares y amigos venidos de otras comunidades, ( Galicia, País Vasco....) nos acompañó como cada año nuestro entrañable Manuel que vino desde su querido Muros acompañado de Pepita y Maruxa, y en esta ocasión contamos con la inestimable presencia y colaboración del periodista Francisco García Novell, autor del libro Náufragio del Principe de Asturias.


La emoción que estuvo presente en todo momento en el homenaje la resume bien este correo que puso en contacto a nuestra Asociación con la familia de Leónides Alvarez que vinieron desde Marín para acompañarnos en los actos.
"Buenas tardes, hace unos días por casualidad leí un articulo en Internet sobre su colaboración en el homenaje a las victimas del naufragio del Bonifaz; desde niña he oído como mi padre recordaba esa tragedia angustiado por el hecho de no poder contactar con alguna de las familias de los que en ese barco perecieron y que le transmitieron a él sus últimos pensamientos; mi padre, Leónides Alvarez Morán militar entonces, fue como sanitario en el destructor de la Armada Española José Luis Diez con base en Marín a socorrer a las victimas de este terrible accidente, las escenas que vivió le marcaron profundamente pero recuerda con admiración la entereza con que aquellas personas que sabiendo cercano su fin tenían ese último recuerdo para sus seres queridos. Le rogaría a ustedes pudiesen darme información de contacto sobre familiares o amigos afín de dar tranquilidad en el ánimo de mi padre y cumplimiento al deseo de aquellas personas".

Atentamente, Marisú.

Si emotivo era el mensaje de Marisú no lo fueron menos las palabras que Leónides, profundamente emocionado nos leyó:


"Hace hoy 47 años viví una de las situaciones que sin duda más profunda huella han dejado en mi vida, conocí que incluso en la más terrible tragedia el ser humano es capaz de olvidar sus miedos y dolores, viví la generosidad de aquellas personas cuya única preocupación era el bienestar de los demás o dejar su testimonio en mi persona para enviar tranquilidad y sosiego a sus familias, fui testigo de su valentía afrontando cualquier desenlace y tuve que asistir a la tremenda dignidad con la que algunos se despidieron.

Con ese barco se perdió toda mi arrogancia y parte de mi inocencia pero me llevé el coraje de esos hombres que se entregan al mar diariamente, me llevé su dignidad y valentía y os entrego ahora su recuerdo y mi más sincero reconocimiento y afecto.

Muchas gracias a todas y a todos en mi nombre y en el de mi familia.


LEÓNIDES ALVAREZ.

viernes, 10 de junio de 2011

NORAY ESPERANDO




"Solo, triste, firme y en silencio esperas


que te vuelvan a abrazar y humedecer


las maromas del barco, y los rudos brazos


que partieron navegando sobre las olas".


jueves, 21 de abril de 2011

PRIMAVERA EN LA MAR




Como caídas del cielo, entre vuelos de gaviotas,


cayeron las semillas, y prendieron entre rocas.


Quieren cicatrizar grietas, que como heridas,


surcan y anidan profundas en los corazones,


de quienes perdieron a sus seres queridos,


en las profundidades del mar.


lunes, 4 de abril de 2011

HOMENAJE A LOS NÁUFRAGOS DE LA MAR


Una vez más y con la misma ilusión del primer año, estamos preparando el homenaje a los Náufragos de la Mar.

Será el cuarto, tras haberlo hecho en Muros, Santander y Santoña, este año lo celebraremos en la localidad de Isla, perteneciente al Ayuntamiento de Arnuero en Cantabria.


Los actos están preparados para el día 3 de julio.


La misa funeral se oficiará en la Iglesia Parroquial, que como se puede ver en la foto, está situada en un lugar privilegiado desde donde se pueden contemplar maravillosas vistas del Mar Cantábrico.


La ofrenda floral será en el paseo marítimo del pueblo y a continuación nos reuniremos en el Hotel Estrella del Norte para celebrar una comida de hermandad, que una vez más servirá para compartir vivencias y emociones y reencontrarnos con gente nueva y gente conocida que ya formamos una gran familia.


El menú constará de:


-Pastel de cabracho.


-Ensalada de aguacate rellena de marisco sobre salsa cocktail.


-Arroz caldoso con bogavante o carrilleras de ternera al vino tinto.


-Postre: tarta y helado.


-Vinos tintos crianza, aguas minerales, café y chupito de licor.


- El precio del menú es de 25 Euros por persona.



Quienes estéis interesados podéis reservar habitaciones en el Hotel Isabel, llamando a este numero de tfno: 942-65-99-70.

En una conversación que hemos mantenido con la dirección del hotel nos dicen que harán un precio de 50 euros la noche en habitación doble a los asistentes al homenaje.

sábado, 5 de marzo de 2011

Aniversario del naufragio del vapor Principe de Asturias

Se cumplen hoy 95 años del naufragio del vapor Príncipe de Asturias, el vapor más grande, más moderno, más veloz y más lujoso de la marina mercante española.

Se hundio el 5 de marzo de 1916 frente a las costas de Brasil, con 600 personas a bordo. El brutal choque contra los arrecifes, hizo que el enorme buque desapareciera en el océano en menos de 5 minutos. Solo hubo 147 supervivientes.



Ya el año pasado hablamos de este suceso con motivo de la publicación del libro "Naufragio" de Francisco García Novel, autor muy comprometido con la Asociación Naúfragos de la Mar y presencia con la que contaremos en el próximo homenaje a las victimas de la mar del próximo 3 de julio en la localidad cántabra de Isla.

lunes, 10 de enero de 2011

EL PESCADOR DE PIEDRA


Estoy condenado a sentir mi cuerpo frío como la piedra por un acto que cometí sin imaginar sus consecuencias. Y desde entonces reposo aquí, a merced del viento frío que viene del océano, o del sol implacable del mes de agosto. Siento mis músculos paralizados por la rigidez pétrea y gris que ha secado mis ojos y mi corazón no siente más que soledad al contemplar los rostros vivos de los que se acercan y se hacen fotos a mi lado.Mi nombre es Terlo. Y soy, o mejor dicho fui, un humilde pescador de un pequeño pueblo de costa. Mi vida no tenía nada de especial, mi talento como pescador no sobresalía sobre el de los demás, mi corazón no amaba a ninguna joven y hermosa lugareña y nunca deseé coger mi fardo para ascender el camino por la ladera y conocer nuevos lugares. Pescar, sentir la sal en los labios secos, tener siempre listos mis utensilios de pesca y dormir en mi pequeña casa al calor del hogar era toda mi vida. Y era feliz.Un domingo en el que el sol aún no calentaba las rocas lo suficiente como para quemarse los pies andando sobre ellas, dormí hasta tarde para aprovechar el único día libre de la semana que me proporcionaba mi trabajo. Aquel día no bajé al pueblo, pero sí salí a recorrer la línea de la costa que se extendía detrás de mi casa. No recuerdo qué pensamientos ocupaban mi mente mientras recorría los salientes de las rocas y sus cavidades aún llenas de agua tras la subida de la marea que, como cada día, tenía lugar cuando el sol empezaba a ponerse. Lo que sí recuerdo fue cómo vi brillar sus escamas plateadas a través del agua. Era un pez muy hermoso que se había quedado atrapado en el hueco profundo de unas rocas al bajar la marea. Le observé durante un buen rato nadar en su pequeño mar. Sus movimientos eran elegantes y suaves, como si acariciara el agua con su cola para desplazarse. Sus ojos se movían buscando una salida que le permitiera regresar al océano. Pensé que había tenido suerte de haber quedado atrapado en un lugar lo suficientemente grande para continuar vivo a esas horas del día. Probablemente aguantaría incluso hasta la próxima subida de la marea que le liberaría de su prisión. Y también pensé que era un ejemplar formidable para llevar a la mesa aquella noche. Así que desanduve todo el camino que me había llevado hasta allí para coger algo que me permitiera hacerme con lo que iba a ser mi cena.Pescarlo no fue distinto de las otras veces que había pescado con mi arpón. Lo que sí fue distinto fue su mirada al sentirse atravesado por la punta de hierro. Jamás había visto esa mirada en un pez. Había sorpresa. Dolor. Pena por la vida que se le iba. Angustia. Boqueó un par de veces y me pareció oír un débil lamento.No puedo negar que me asusté. Ese insólito quejido del pez pareció desatar la furia del agua. Las olas que golpeaban las rocas se hicieron más fuertes y al retirarse dejaban percibir lamentos que parecían humanos sin serlo. El suelo parecía estremecerse y el nivel del agua comenzó a subir hasta mojar mis pies y conseguir cubrirlos. No me atreví a sacar del agua el arpón que atravesaba al pez. Me quedé paralizado y comencé a sentir un sudor frío que me recorría la espalda cuando fui consciente de que me costaba respirar. El aire ya no era aire y no circulaba por mis pulmones, que sentí ardiendo de dolor cada vez que intentaba aspirar con fuerza. Mis intentos de coger aire se sincronizaron con las bocanadas del pez. Mis manos ya no sentían como antes el mango de madera del arpón. El agua que cubría ya mis rodillas estaba fría y pinchaba como agujas clavándose en mi piel. Los lamentos que traían las olas comenzaron a tener sentido. Entendí la despedida que el pez dedicaba a su vida; a su mundo. Entendí el lamento del océano por perderle. El agua ya alcanzaba mi pecho y yo seguía paralizado sin poder respirar, sintiendo como seres desconocidos se acercaban nadando hasta las rocas donde estaba. El miedo agarrotó aún más mi cuerpo. Cuando el mar alcanzó mi barbilla, leves sacudidas me hicieron escupir sangre oscura que se diluyó en el océano que me tragaba. Vi a Rughen, hermoso primogénito del Señor de las Corrientes del Oeste, convertido en el hermoso pez al que yo había arrebatado la vida. El agua cubrió mis oídos; mis ojos y por unos segundos todo se envolvió en sonidos sordos que aumentaban los latidos débiles de mi corazón. Las imágenes de Rughen desfilaban por mis pupilas como si sus últimos momentos de vida se mezclaran con los míos. Contemplé la frialdad de los ojos de Aluwa, hija del Señor de las Corrientes del Norte, que con el corazón emponzoñado por el amor no correspondido, encargó a las sirenas del Monte de la Orca convertir en un simple pez a su objeto de deseo. Observé cómo un ejército silencioso tomó aquel monte y cómo El Señor de las Corrientes del Oeste arrancaba con sus propias manos las tiras de escamas que cubrían la cola de sirena de Eleda, la responsable del sortilegio que había encerrado a su hijo en el cuerpo de un pez. Le vi colgar las tiras brillantes de escamas en la entrada de la cueva que servía como refugio a las sirenas del Monte de la Orca. Y cuando sentí cómo la vida abandonaba totalmente al hermoso pez, al que quise servir de cena en mi plato, abrí los ojos y contemplé al Señor de las Corrientes del Oeste ante mi, dispuesto a inflingirme más dolor del que había sentido su hijo gracias a mi arpón de pescador. Sus manos se aferraron a mi cuello. El sonido sordo del agua en mis oídos se volvió gutural y un dolor inmenso comenzó a recorrer mi cuerpo. La presión de sus manos en mi garganta no fue comparable a la rigidez arenosa que se iba adueñando de mis miembros. De mi boca intentó salir una súplica, un aullido que dejó en mi mente el sonido de una roca al deshacerse en migajas de arena. Y todo se volvió oscuro.Así fue cómo el Señor de las Corrientes del Oeste vengó la muerte de su hijo, convirtiéndome en una estatua de piedra por lo único que supe hacer en mi vida: pescar.