martes, 10 de enero de 2012

EL OCULISTA DE FAROS

_¿Te has puesto al día sobre mi vida?
-Lo he intentado...
-¿Sabes de qué son esas fotos?
-Son faros,¿no?
Se puso a reír.No supe por qué... Aunque su potente risa se convirtió en pocos segundos en una tos profunda.
Paró de toser.
- ¿Me acercas las fotografías?
Dejé un instante su mano. Le pasé las fotos y las cartas, y enseguida volví a acariciar sus dedos.
Tocarlos era como mi salvavidas para no perder mi entereza.
Aquella situación era tan intensa que me superaba.
- No son solo faros. Son parte de mi- dijo mientras miraba con extraño cariño cada foto-. Reflejos de mi mirada.- Hizo una leve pausa-. Yo he sido oculista de muchos de esos faros. Los he arreglado durante años, a eso me dedicaba....
Seguidamente respiró fuerte y a los pocos segundos continuó hablando....
- Visitarlos me producía la misma alegría que reencontrar a un hijo. Un hijo que siempre te mira de reojo y que constantemente vigila que nadie tenga un accidente.
>> Entrar en ellos es como sentir sus tripas y tocar su esófago...Es el lugar donde más yo he sentido en este universo...
Volvió a cerrar levemente los ojos.
No deseaba perderlo. Apreté con toda la fuerza que pude su mano.

- Aquí estoy, joven Dani.- Sonrió ligeramente-. ¿Por donde íbamos?
- Me hablaba de sus faros.
- Mis faros, es verdad...- repitió sin aportar nada nuevo y a punto de caer nuevamente en el sueño.
_ ¿Y los adjetivos que hay detrás de los faros?- pregunté para que siguiera hablando conmigo-. ¿Es como se sentía al reencontrarlos?
Sonrió nuevamente.
- No...- Hizo una pausa larga-. Es como se sentían ellos. Como yo percibía que ellos se sentían.
Cogió unas cuantas fotos de esos faros, comenzó a darles la vuelta para ver los adjetivos y me los fue comentando lentamente...
- Algunos se sentían viejos, tristes... Otros, afortunados, felices, útiles... La mayoría cansados.. Yo los arreglaba y me quedaba siempre a pasar la noche. Acariciaba su lomo desde el exterior, ponía mi oreja contra ellos y escuchaba todo lo que teníuan que contarme. Han salvado tantas y tantas vidas...
Le miré. Sabía que los faros no estaban vivos, pero él hablaba con tanta realidad y fuerza de ellos que me hacía dudarlo...
Le observé fijamente; él también me miraba esperando mi veredicto. No deseaba darle la razón simplemente porque se estaba muriendo. Eso no era justo.
- Los faros no están vivos, Sr. Martín- sentencié.
No dijo nada. Siguió mirándome un largo rato.
- ¿Qué es estar vivo?- me preguntó.
Odio cuando te hacen preguntas que sabes que son absurdas o que tienen trampa o que son incontestables. No contesté.
- Estar vivo es...dar vida- se respondió a sí mismo-.
Dar vida a los que te rodean. Cualquier cosa que dé vida está viva, recuérdalo.
Imagínate las vidas que han salvado esos faros, las vidas que han evitado que se hundan en el mar...

Texto extraído de la novela de ALBERT ESPINOSA, "Si tu me dices ven lo dejo todo... pero dime ven".