A Jesús Cancio se le conoce como el Poeta del Mar y es que se trata de uno de los grandes cantores del mar y uno de los más finos líricos montañeses.
Salvador Jesús Cancio Corona nació en la villa marinera de Comillas en 1885. Hijo de un capitán asturiano de la Marina Mercante y de una oriunda de Cudón, en el municipio cántabro de Miengo, el matrimonio residió desde el principio en Comillas. Con solo diez años ingresó en el Seminario de Monte Corbán para seguir los estudios eclesiásticos por deseo de su madre, que no así de su padre ni suyo propios, que hubiera preferido la vida marinera del progenitor. Su poca vocación para lo religioso unido a una enfermedad que a la larga terminaría en ceguera, hizo que a los dieciséis años abandonara la incipiente carrera.
Según José Ramón Saiz Viadero, la influencia de su madre y de su hermano llenaron, posiblemente, el pensamiento de Cancio de inquietudes religiosas, que más adelante manifestaría en sus poemas dedicados a la Virgen, a la Semana de Pasión, y a las fiestas eclesiásticas en general. Tras la salida del Seminario mantiene una vida bohemia siempre en Comillas con frecuentes viajes a los ambientes artísticos de las cercanas Cabezón de la Sal y de Torrelavega. Es probablemente por esta época cuando hace amistad con los poetas cántabros José Hierro, Manuel Llano, Gerardo Diego y José Luis Hidalgo con los que comparte tertulia. Hacia 1950 comienza a colaborar como corresponsal en el quincenario cabezonense El Progreso y escribe monólogos costumbristas. Por este tiempo recibe el mazazo de la muerte de su padre, su hermano y su novia casi uno detrás del otro.
Al inicio de los años veinte, apadrinado por José del Río Sainz, inicia sus colaboraciones en el periódico santanderino La Atalaya, al que envía poemas y relatos de corte costumbrista. Junto a Del Río, Cancio se convierte en uno de los grandes cantores del mar, de cuya inmensidad se muestra enamorado y, a la vez, asombrado contemplador. En 1921 un amigo publica su primer libro Olas y Cantiles. Hasta 1926 no verá la luz el segundo, Bruma Norteña. Sus versos, llenos de emoción y musicalidad, se hicieron populares, y voces admiradoras los intercalaron en lecturas públicas y recitales.
En la obra de Cancio se han señalado dos etapas bien diferenciadas: en sus publicaciones anteriores a la Guerra Civil aparece su preocupación por los tipos y ambientes marineros, en poemas largos, en los que predomina el romance con marcado ritmo modernista, unido a la musicalidad del verso con cierto aire popular en la composición. Otro apartado diferente lo ocupa la poesía de guerra, con un romancero, publicado en algunos periódicos santanderinos durante los años republicanos y los de la contienda, que fue editado póstumamente por el poeta Rafael Colomer.
En 1930 publica Romancero del mar. Jesús Cancio colaboró con Adriano García Lomas en las investigaciones folklóricas reunidas en dos tomos con el título Del Solar y de la Raza (Pasajes, 1928-1931). En 1930 le fue tributado en Comillas un cordialísimo homenaje, en el que entre otras, tuvo la adhesión del propio rey Alfonso XIII.
Durante la Guerra Civíl española de 1936, Cancio es concejal de la villa de Comillas, esto unido a su reconocida militancia republicana, hace que cuando termine la contienda sea encarcelado en Torrelavega. Ya por aquel tiempo tiene dificultad de visión pero ni esta merma ni el hecho reconocido de su contribución decidida a que se respetara el templo y las imágenes religiosas, evitó que fuera encarcelado.
Fue indultado en 1941 pero desterrado de Cantabria por lo que decide residir en Madrid donde vive su primo Luis Corona que le mostraría una inquebrantable amistad. Pero con la cruel ley la de Responsabilidades Políticas de 9 de febrero de 1939 se le impuso sanciones económicas con la perdida total de los pocos bienes que poseía y se le retira una modesta renta que generaban los valores de la Compañía de Tabacos de Filipinas, legados al morir por su madre.
Está en la indigencia pero gracias a su primo Luis y la aparición de cariñosos mecenazgos favorecieron la publicación de nuevos libros de poemas: Maretazos (Buenos Aires, 1947), patrocinado por Jesús Corona e Ignacio Vázquez Maza, Barlovento (Madrid, 1951), subvencionado por el embajador de Filipinas en España, Bronces de mi costa (1956), fervientemente suscrito, y la deseada antología Poesía del Mar, cuya aparición cumplió un anhelado sueño del poeta, y en cuya financiación colaboraron Pablo Tarrero, Severino Setién y Fernando Riaño. Tales satisfacciones compensaron al poeta de muchas amarguras pasadas y poco a poco, aún temeroso de su destierro se empieza a trasladar de lugar procurando acercarse cada vez más a su tierra natal; primero residirá en Bilbao y luego en Polanco donde le sobreviene la muerte un 23 de agosto de 1961.
Está en la indigencia pero gracias a su primo Luis y la aparición de cariñosos mecenazgos favorecieron la publicación de nuevos libros de poemas: Maretazos (Buenos Aires, 1947), patrocinado por Jesús Corona e Ignacio Vázquez Maza, Barlovento (Madrid, 1951), subvencionado por el embajador de Filipinas en España, Bronces de mi costa (1956), fervientemente suscrito, y la deseada antología Poesía del Mar, cuya aparición cumplió un anhelado sueño del poeta, y en cuya financiación colaboraron Pablo Tarrero, Severino Setién y Fernando Riaño. Tales satisfacciones compensaron al poeta de muchas amarguras pasadas y poco a poco, aún temeroso de su destierro se empieza a trasladar de lugar procurando acercarse cada vez más a su tierra natal; primero residirá en Bilbao y luego en Polanco donde le sobreviene la muerte un 23 de agosto de 1961.
Una muestra de su obra es esta poesía sacada de su libro BRONCES DE MI COSTA.
Pobres de los ahogados,
de los hundidos en la niebla inmensa,
en la ancha tumba anónima
sin una cruz ni una cordial leyenda.
Pobres de los ahogados,
día y noche rodando por la arena
sin una mano amiga
que les cierre los ojos y les prenda
en el hinchado pecho
la cruz que lleva a Dios al que la ostenta.
Pobre de los ahogados ,
día y noche rodando entre las peñas
al empujón sin alma
de resacas, corrientes y mareas.
Señor, si los dejaste
a merced de la trágica galerna,
concédeles al menos,
en un gesto, no más, de tu clemencia
que descansen en paz bajo unas flores
igual que sus hermanos de la tierra.
2 comentarios:
Fijaté con lo que se encuentra uno navegando por internet, que buen reportaje Jésus, como Comillano que soy no solo me halaga tu entrada, si no que también te doy las gracias, ya sabio yo...
Un saludo
En mi poder el libro de poesías Musa Redimida editado por Redención. Aparece una poesía de J.C.C. como preso núm. 2 de Torrelavega titulada Viernes Santo en la Prisión (La saeta del preso). Tengo intención de llevarlo, con el resto de poesías, a una web para su divulgación junto a otros contenidos que de manera altruista se ha constituido y donde se insertan, ensayos y otros libros de interés técnico escritos por Juan Corrales Martín. Espero que no haya intereses contrapuestos que puedan generar problemas muy lejos de nuestro interés completamente desinteresado. Agradecido de antemano. Juan Pardos Escuder
Publicar un comentario