domingo, 7 de diciembre de 2008

El "Rosamar" se undió por popa al quedar enganchado su aparejo


A cientos de metros de profundidad, en pleno mar Cantábrico, se encuentran los restos del arrastrero Rosamar, que anteayer naufragó mientras capturaba jurel a unos 43 kilómetros de distancia del puerto lucense de Burela. Tres cadáveres recuperados, cinco desaparecidos y cinco supervivientes es el balance provisional de un naufragio cuyas probables causas investigan la Policía Judicial de la Guardia Civil, la Capitanía Marítima de Burela y el Juzgado de Primera Instancia de Viveiro. Menos de un minuto tardó en irse a pique el pesquero tras quedar enganchada su propia red en el fondo del mar, inundarse por popa y escorarse a babor (izquierda). Los trece tripulantes estaban en cubierta, intentando salvarse, cuando el barco se hundió definitivamente.


Sin tiempo para sobreponerse a la tragedia que les tocó vivir, unas catorce horas después del naufragio cuatro de los cinco supervivientes declararon en el cuartel de la Guardia Civil de Burela y, ayer al mediodía, en la Capitanía Marítima de Burela, cuyos responsables no consideraron necesario que compareciese el quinto hombre que logró salvarse, que se trasladó a la localidad lucense tras recibir el alta en el hospital A Coruña. Tras acudir al tanatorio de Foz, donde estaban los restos de sus tres compañeros, los cinco comparecieron en el juzgado de Viveiro por la tarde.


Sus testimonios coinciden al describir las circunstancias y las posibles causas del naufragio. Anteayer por la mañana, unas tres horas después de zarpar de Burela, el Rosamar había largado la red y estaba arrastrando a unos 300 metros de profundidad, en el caladero conocido como Cementerio. Por la popa dejaba un mar de fondo con olas de entre cinco y seis metros de altura.


Faltaban minutos para las ocho de la mañana cuando, de repente, la tripulación notó un golpe brusco, como un tirón. Los supervivientes no dudan al atribuirlo a que el aparejo quedó enganchado en algo que se convirtió en un ancla que llevaba el barco al fondo por la parte trasera -justo donde el arrastrero tiene la rampa y las compuertas por las que larga y recoge la red-. Más sumergido de lo habitual, en el buque comenzaron a entrar varias olas de mar de fondo, inundando diferentes estancias y provocando una considerable escora hacia la derecha y, finalmente, que el mar se tragase al Rosamar.


Todo eso ocurrió en menos de un minuto, añadieron fuentes de la investigación. Pese al escaso tiempo de reacción, los tripulantes que se encontraban en el interior del arrastrero pudieron salir a cubierta, donde el resto de sus compañeros no podían hacer nada más que intentar ponerse a salvo. Fuentes de la investigación subrayaron que los supervivientes creen que ninguno de sus compañeros quedó en el interior del pesquero.


Unas dos horas más tarde, el helicóptero de la Xunta Pesca 2 localizó a tres marineros a bordo de una balsa salvavidas. Esa misma aeronave encontró también a los otros dos supervivientes, que se mantenían a flote agarrados a un palé de madera. Después aparecerían los cuerpos de dos de las víctimas enredados en una de las piezas de los los aparejos de repuesto que tenía el Rosamar . Posteriormente fue hallado el tercer cadáver, también entre las redes.


El pecio se encuentra en el fondo del mar, a una profundidad que los expertos sitúan entre 250 y 1.000 metros. La gran incógnita es saber en qué quedó enganchada la red del arrastrero para que acabase tirando de él hacia el fondo del mar.


FUENTE: La Voz de Galicia.

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